Los Romanos no sólo fueron grandes politicos, legisladores, conquistadores… sino también grandes constructores. Su red de carreteras era asombrosa. Más de cien mil kilómetros. Los monumentos más duraderos de la historia. Todavía en Europa se utilizan muchas de estas carreteras. Y todos los caminos llevaban a Roma. La capital del Imperio. Caput mundi. La capital del mundo. Una ciudad de dos millones de habitantes. La ciudad más populosa del planeta en ese entonces y de toda la antigüedad.
Exegi monumentum aere perennius regalique situ pyramidum altius, quod non imber edax, no aquilo inpotens possit diruere aut innumerabilis annorum series et fuga temporum. Non omnis moriar…
He construido un monumento más duradero que el bronce y más alto que la real mole de las pirámides, ni la lluvia che corroe, ni la cometa desenfrenada o las infinitas series de años y las estaciones podrán derrumbar. No todo de mi morirá…
De un paso de las Odas de Horacio, amante de los placeres de la vida, que dictó lo que hoy día es para muchos la base del ars vivendi. Compara su obra a la de los Romanos, difícil de superar y derrumbar.
Existían varios tipos de zapatos: Cerrados como las botas y abiertos como las sandalias, realizadas con muchas estrías de piel, con taquitos hechos con clavos, como los zapatos de los legionarios, llamados caligae.
En la noche o en momentos particulares del día, usaban pelucas que eran muy altas y servían también para hacer parecer más altas a las mujeres que las usaban.
Ya sabemos que el mundo Romano, tenía un cuidado particular por el cuerpo. Son famosas, entre las tantas formas de cuidarlo, los gimnasios y las termas, las cuales tenían tres piscinas, con distintas temperaturas. La cálida, calidarium, la temperada, tepidarium y la fría, frigidarium.
Los hombres por la mañana se afeitaban y no existiendo suaves espumas, la operación resultaba bastante dolorosa. Al final solían quitarse los pelos superfluos de cuello, orejas y cejas, en cuanto la depilación era una praxis frecuente. Por ejemplo, Julio César se depilaba y Octaviano Augusto, tenía la costumbre de pasarse sobre los pelos de las piernas, para suavizarlos, cascaras de nueces calientes. La calvicie era un problema para los hombres. César usaba trasladar el pelo de un lado a otro de la cabeza, para cubrir la parte calva. No faltaban las lociones para hacer crecer el cabello, hechas de las más fantasiosas mezclas. No sirve especificar que sistemáticamente fallaban.
Estas eran algunas de las prácticas y costumbres del pueblo Romano. Notamos el alto nivel de civilización alcanzado ya dos mil años atrás. Algunas de aquellas prácticas, todavía no son ni practicadas, ni conocidas, por muchos de los habitantes del planeta. Tenemos entendido cuanto la humanidad perdió con la desaparición de la civilización Romana por mano de los barbaros, hodiernos habitantes de la Europa del norte, dejando la humanidad en una noche milenaria, esperando el alba del Renacimiento, que "casualmente" floreció en la península Itálica.
Los indumentos varoniles y femeniles se parecían mucho. La mujer, al momento de vestirse endosaba una túnica igual a la del hombre, llamada stolae, la cual se enrollaba alrededor del seno para resaltar el mismo y lograr una mayor elegancia. Luego se colocaba un chal, llamado palla, que le llegaba hasta las rodillas. Debajo de la túnica, las mujeres Romanas tenían una braga elegante y sexy. En algunas circunstancias eran sutiles como la tanga actual. Una suave estofa le agarraba el seno como un sostén, llamado stophium, con la razón de levantar también los senos.
La mujer Romana, llamada domina, esposa o hija de un rico, se maquillaba como hacen hoy día las mujeres, sólo que usaba ingredientes de otro tipo. La operación era un rito. Duraba horas y era complementado de la ayuda de una a tres esclavas. Tinta de calamar para delinear los ojos, ceniza para las cejas, minio o cinabrio para pintarse las uñas de las manos y de los pies, un poco de polvo de oro alrededor de los pezones. Sólo quien se lo podía permitir, naturalmente. Esos ingredientes y otros no mencionados, venían elaborados a modo de cremas para que la aplicación resultara placentera. En algunos diseños encontrados en una casa Romana en Sicilia, se ven pintadas mujeres en el acto de bañarse en una piscina, con un sorprendente traje de baño a dos piezas, exactamente como el bikini actual.