martes, 1 de octubre de 2013

Texto de "Colón y yo" 2011






Viaje a los Ínferos

Parte II


En septiembre de 1493, diecisiete barcos y mil quinientos hombres partieron para el segundo viaje hacia las Indias, con el objetivo de continuar los descubrimientos y colonizar los territorios hallados, tras una escala en las islas Canarias, que se convirtió en algo habitual en los siguientes viajes. A su llegada al fuerte La Navidad, el 28 de noviembre de 1493, Colón encontró asesinados a los treinta y nueve hombres que había dejado en el primer viaje y el fuerte reducido a un montón de cenizas. Después de hacer las debidas investigaciones entre los indígenas sobre el trágico fin del fuerte, el Almirante encontró en la desembocadura del rio Bajabonico, un sitio idóneo para la fundación de la primera ciudad española en América que se realizó el 6 de enero de 1494 y la bautizó como La Isabela, en honor a la reina Isabel la Católica.


El objetivo fundamental de dicho asentamiento era establecer una base para el intercambio de productos hispanos, por alimentos y oro de los indígenas. La Isabela se convirtió luego en el punto de partida para conquistar territorios, en cuanto los indígenas se negaron a colaborar. Surgieron conflictos y tras una corta lucha, Cristóbal Colón, impuso a los vencidos la esclavitud y el pago de un tributo en oro y algodón. En marzo de 1496, regresó a España dejando construidas seis fortalezas y el mando a su hermano Bartolomé. Al regreso a España, recibió críticas de los reyes por la falta de rentabilidad de sus empresas, pero se justificó con el fin evangelizador.


Al comienzo, Colón, pensó que podía manejar todos los aspectos relacionados con las nuevas tierras, sin imaginar que había descubierto un continente y consecuentemente territorios tan vastos que ni él ni nadie, habría podido administrar. Con la clásica presunción que distingue a los seres humanos, estaba convencido de que Dios estaba de su parte en el desarrollo de esta empresa y se sentía invencible. Partió con la idea de abrir una nueva ruta hacia las Indias, pero con el tiempo, se concentró en sacar provecho de las tierras que había encontrado, dejando a un lado su proyecto inicial.



La ruta entre la Península Ibérica y América está condicionada por los vientos y las corrientes marinas. De ahí la rigidez de las rutas existentes. A la ida, después de la cómoda escala en las Canarias, para cargar víveres y agua, hay que dejarse llevar por los alisios, hasta alcanzar una de las Grandes Antillas. Esto explica la importancia estratégica de Santo Domingo, etapa casi obligatoria tanto a la ida como a la vuelta. El regreso se hace por el norte, dejándose llevar por la corriente del golfo, a partir da las Bermudas. La escala en Las Azores no es obligatoria pero es frecuente y cómoda. La navegación se hacía en convoyes, para mayor seguridad. El tiempo empleado era aproximativamente de treinta días para la ida y de cuarenta y cinco días para la vuelta. En el segundo viaje, en su parada en las Canarias, Cristóbal Colón, recogió cepas de caña de azúcar que  luego plantó a La Isabela. La caña prendió con facilidad y se difundió rápidamente en toda la isla. El auge de la industria azucarera duró hasta la mitad del siglo XVI, para levantarse otra vez en el siglo XVIII. La zafra que es la cosecha de la caña de azúcar, se molía en un trapiche para extraerle el jugo o guarapo. Para su movimiento se utilizaba la fuerza humana o de los animales de tiro.


Colón viaja por tercera vez rumbo a las Indias, en enero de 1498. De las ocho naves que componen la flota, cinco pasan a reforzar los establecimientos de La Española y tres se dedican a nuevos descubrimientos. A finales de julio, Colón se encuentra en la isla de Trinidad, explora la costa venezolana y la desembocadura del río Orinoco y en agosto regresa a La Española. Desde este momento, los conflictos políticos y administrativos lo absorben por completo, impidiéndole continuar con las exploraciones. Tuvo que hacer frente a una sublevación indígena y a una de los españolas, acaudillados por Francisco Roldán, deteniéndolas con algunas medidas de fuerza. En 1500, llega a La Española un enviado real, Francisco Bobadilla, con plenos poderes para poner orden en la colonia. Bobadilla halló culpable a Colón de todos los males. Se apoderó de su casa, papeles y bienes, le abrió un proceso y lo remitió a España en grilletes junto a sus hermanos Diego y Bartolomé. Acababa así la etapa de gobierno personalista del Nuevo Mundo y empezaba un nuevo orden. Cristóbal Colón, llegó a España en noviembre de 1500. Aunque los reyes mandaron a ponerlo en libertad de inmediato, sus enormes privilegios habían desaparecido. Cristóbal Colón había triunfado como marinero y descubridor, pero había fracasado como gobernante.


Este hecho fue de gran decepción para el Almirante. Nunca habría imaginado ser tratado de esa manera, después de haber realizado una hazaña de esa envergadura. Juzgado, deportado y despojado de sus títulos, una vez en libertad se le permitió, de usar el titulo de Almirante, para poder continuar solamente con el trabajo de descubridor. En el cuarto y último viaje, le fue prohibido también hacer escala en La Española, la tierra más amada por él. Nunca pasó por su mente que los reales, como cualquier persona, incumplirían las promesas dadas, llegando a quitarle casi todos los privilegios otorgados en un pasado reciente. Una estocada más en la espalda de un hombre ya herido que había hecho de su sueño una realidad, negándole la posibilidad de disfrutar la merecida recompensa.


Esta manía de enfrentar viajes a repetición a España, no fue buena estrategia para Cristóbal Colón. Después de haber informado personalmente a los reyes de los resultados del primer viaje, debió de haberse quedado en las tierras descubiertas y gobernar. Debía haber mantenido el contacto pacífico con los indios que fue uno de los grandes dolores de cabeza no solamente del gran Almirante, sino también de los gobernantes venideros y no delegar esta tarea a gente sin escrúpulos que empeoraron la situación. Debía haberse dedicado a nuevos descubrimientos, a fundar nuevas ciudades, a intentar resolver todo los problemas colaterales de una empresa tan difícil. A los reyes, debió enviarles solo mensajeros para informarlos de la situación y pedir lo necesario para el buen proseguimiento de la empresa. Seguramente su destino habría sido mejor. Perder tiempo en ir y volver de España, era lo más imprudente que podía hacer, arriesgando también su vida en travesías tan peligrosas. Los reyes tienen que quedarse a gobernar sus reinos. Colón iba a España para recibir los halagos que su alma de narciso exigía y para vanagloriarse ante todos aquellos que quisieron obstaculizar su empresa, defendiendo innecesariamente sus hechos. Esos viajes fueron la peor decisión de su vida y empeoraron su situación frente a los reales y de la corte. Tenía también un débil por la reina y sufría a estar lejos de ella, aunque su devoción o amor fue platónico.


A pesar de todo, en marzo de 1502 recibe el cometido de preparar un cuarto viaje, cuyo objetivo era de hallar el estrecho para lograr paso al continente asiático. Se prepararon cuatro carabelas con ciento cuarenta hombres, entre los cuales figuró el otro hijo del descubridor, Hernando, que escribió un relato del viaje. Partieron en mayo de 1502 pasando por Martinica, Dominica, Jamaica y Cuba. De allí navegaron hacia la costa de Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, donde lograron rescatar cierta cantidad de oro. Tras sufrir un ataque indígena, se dirigieron hacia Cuba, naufragando a la altura de Jamaica. El cuarto viaje de Colón estableció que, desde Honduras a Brasil no existía algún paso hacia el Oriente. En Noviembre del 1504, Cristóbal Colón, hombre de gran perseverancia que realizó la más extraordinaria expedición de todos los tiempos, regresaba enfermo a España para morir en una humilde casa en Valladolid, el 20 de Mayo del 1506.   


El gran Almirante fue ásperamente criticado de los hombres de su tiempo, por su ineficacia en el manejo de estos nuevos territorios. A pesar de todo, ninguno después de él, pudo mejorar la situación, no por falta de imaginación o experiencia, sino por no poner orden y establecer leyes en poco tiempo, era una misión imposible. Además, dejaron por el camino enfermedades, combates y muertes. Todas las naciones europeas, sobre todo aquellas que no quisieron apoyarlo en su empresa, en perene conflicto entre ellas, se lanzaron en una carrera contra el tiempo, para llegar antes que los otros a depredar y ocupar territorios, aprovechando la imposibilidad de los españoles de controlarlos. El reino del Gran Kan se había esfumado de sus mentes y la vía para las Indias era un recuerdo pasado, ocupados como estaban en acaparar territorios y riquezas. El pensamiento estaba dirigido a saquear y a enriquecerse, en manera lícita o ilícita. La trata de los esclavos, parte de este plan, fue el más descabellado de la historia de la conquista del Nuevo Mundo. Esta brutalidad fue avalada también por la Iglesia que había decretado que los negros, no eran seres humanos. Se necesitaron siglos para poner orden en el nuevo continente, entre las naciones y las conciencias humanas.












María de Toledo


La algarabía lejana todavía retumba,
de despreocupadas doncellas en alegría,
rondando la primera calle en penumbra,
la nobleza remota cabizbaja seria crujía.

Piedras amontonadas en cimentos,
mundos desde siempre azonzados,
el arte se santifica en monumentos,
entre las manos de laboriosos prelados.

Sobrehumanos intentos en tierra pintada,
florecen perlas en un ángulo inmaculado,
un vaporoso vestido deja una firme pisada,
que provechos todavía no han originado.













Fotografías extraídas del libro "Colón y yo" 2011











































































































































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